jueves, 12 de febrero de 2009
La historia de José Luis Romero
"La historia es comprensión, y su enseñanza debe proporcionar los elementos para alcanzarla. Con eso se modera el riesgo inevitable del maniqueísmo."
Para José Luis Romero la historia era una sola y creía que comprendiendo la totalidad sería más fácil entender cada uno de sus segmentos: por aquí pasa uno de los aportes más originales del fallecido historiador. La semana pasada se cumplieron treinta años de la muerte de este Doctor en Historia y especialista en Historia Romana y Medieval, que se ocupó de pensar nuestra historia como un segmento más dentro de la historia de toda la cultura occidental. Sin dudas, por su modalidad intelectual, trascendió la condición habitual del historiador: Romero era además un notable ensayista, un intelectual ocupado en interpretar los hechos del mundo en el que vivía.
Un poco de historia
José Luis Romero nació en 1909 en la Ciudad de Buenos Aires y entre 1929 y 1934 desarrolló sus estudios universitarios en La Plata. Su tesis final fue sobre Los Gracos y la formación de la idea imperial. Posteriormente, fue becado por la Fundación Guggenheim de Nueva York (Estados Unidos) y profundizó sus estudios sobre la Edad Media y los orígenes de la idea del burgués.
Regresó al país en 1951 y fue, por algunos años, profesor de Historia en varios colegios secundarios. Dictó, además, cursos especiales en distintas universidades nacionales, y enseñó Historiografía de la Historia en la Facultad de Historia y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Por esa época, también fue adscripto al Instituto de Historia de la Cultura Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesor de Historia Social e Historia Medieval en la misma casa de estudios.
En 1955 fue por seis meses rector de la Universidad de Buenos Aires, donde tuvo una decisiva participación en la creación de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba). Promovió la creación de la Cátedra y el Centro de Estudios en Historia Social -por donde transitaron muchos investigadores y desde donde se promovieron algunas valiosas experiencias de trabajo interdisciplinario- y en 1963 fue elegido decano de la Facultad de Filosofía y Letras, cargo que ocupó hasta 1966.
También fue -desde 1949 y, con interrupciones, hasta 1973- docente de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, donde tuvo la oportunidad de trabajar con el notable sociólogo de origen italiano Gino Germani, impulsó la entonces recién creada Facultad de Humanidades y Ciencias y en 1963 fue nombrado Doctor Honoris Causa.
En 1975 fue convocado para integrar el Consejo Directivo de la Universidad de las Naciones Unidas, con sede en Tokio, donde falleció en 1977.
La enseñanza de la Historia, según Romero
En diciembre de 1973 la revista Crisis publicó una serie de entrevistas realizadas a distintos intelectuales locales, como Osvaldo Bayer, Fermín Chávez, Norberto D'Atri, Enrique de Gandía y José Luis Romero, entre otros. La pregunta común era: ¿Se enseña en la Argentina la historia real del país?
Si bien cada uno argumentó su respuesta, fue Romero quien además de dar su opinión se permitió reflexionar sobre la ciencia histórica misma. "Si se tratara de condensar en una frase mi respuesta, bastaría decir que la historia se enseña muy mal en todos los grados de la enseñanza. Pero me apresuro a agregar que la culpa no es de los maestros y los profesores: es de la ciencia histórica misma, cuya estructura epistemológica y cuyas peculiaridades generales plantean problemas graves y casi insolubles".
"Tanto en la escuela primaria como en la secundaria la historia no se enseña como una ciencia sino como una disciplina destinada a crear, o a fortalecer, o a negar, una imagen del pasado que conviene a la orientación predominante. Y esto ha ocurrido siempre, porque la historia es la conciencia viva de la humanidad y de cada una de sus comunidades, y nadie podría prescindir de su apoyo para defender su propia imagen y su propio proyecto de vida."
Luego de esas primeras ideas, Romero se refiere más en detalle a la enseñanza de la Historia y postula las dificultades de la cuestión en la escuela primaria, por un lado, y en la enseñanza media, por el otro. Y se propone además responderse otro interrogante: ¿Qué es pensar históricamente?
"En el caso de la escuela primaria es más difícil aún -decía Romero- porque aunque se aconsejara una exposición objetiva y neutral de los hechos, no se puede contar con que el niño haga su propio juicio, y lo más seguro es que los hechos resulten juzgados con la óptica de los padres o del círculo donde el niño se mueve."
"En el caso de la escuela secundaria el problema es un poco menos complicado. En ella es claro que la simple enseñanza de los hechos políticos no enseña a pensar históricamente. Y esto es lo que, en la medida conveniente, debe empezar a hacerse. Qué es pensar históricamente, es cosa difícil de explicar en pocas líneas. Pero aún a riesgo de caer en un simplismo, yo diría que consiste principalmente en acostumbrar a examinar el revés de la trama. Es importante que se enuncien los hechos políticos, y no me niego a que se repitan de memoria, aunque sea un mecanismo odioso. Lo importante es que se le dé al adolescente algo más: algo que lo incite a buscar qué hay detrás del puro episodio. Esto supone que los profesores y los autores de textos partan del principio de que el análisis histórico debe referirse a procesos y no a hechos."
Finalmente, Romero sintetiza su pensar acerca del hacer docente, y explica que el maestro debe ayudar a los alumnos a comprender la Historia: "Quizá el único consejo que podría darse -muy difícil de seguir, por lo demás- sería tratar de internalizar el principio de que pertenece a la tradición del país todo lo que el país ha hecho, sin exclusiones, y que conviene ser moderado en la división maniquea entre buenos y malos. Pero, como se ve, es un consejo difícil de seguir y más difícil de postular, puesto que no puede aconsejarse a nadie que se acostumbre a renunciar al juicio moral."
"Llegar a comprender que los episodios espectaculares de la historia no pueden comprenderse sin entroncarlos en lentos y oscuros procesos subterráneos que se refieren a la vida de las sociedades, a su organización económica y a su creación cultural, es cosa a la que puede ayudar un buen profesor sin requerir de sus alumnos un excesivo esfuerzo de abstracción. No dudo de que también se puede caer por esta vía en un simplismo escolar; pero no es un simplismo deformante, sino una forma elemental de los planteos que hoy hace la ciencia histórica."
Romero, un reconocido intelectual
Autor de numerosos ensayos y artículos periodísticos y de más de una decena de libros sobre historia europea y argentina, Romero escribió La revolución burguesa en el mundo feudal, Crisis y orden en el mundo feudoburgués, El ciclo de la revolución contemporánea, Las ideas políticas en la Argentina, El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, La Edad Media, Mitre, un historiador frente al destino nacional, La historia y la vida, Las ideas políticas en Argentina, Argentina: imágenes y perspectivas y El desarollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX.
En una entrevista realizada en 1988 al historiador italiano Ruggiero Romano, el europeo se refiere a la figura de José Luis Romero. "Para mí Romero es uno de los grandes. Creo que conocí bastante gente bien en mi vida, conocí a Croce, Chabod, Lucien Febvre, Braudel, Labrousse. Para mí alguien como Romero está entre estos grandes, ni más ni menos".
"Podría decirse que toda su obra proviene de dos fuentes o impulsos -resume un periodista-:Una profunda vocación histórica y una permanente inquietud por los problemas de su tiempo y su mundo. Historia y compromiso podría ser la fórmula que expresara su actitud intelectual básica."
Fuentes: http://www.educ.ar/educar/superior/biblioteca_digital / http://www.elhistoriador.com.ar / http://gacetaiberoamericana.com / http://www.sigloxxieditores.com.ar / http://www.todo-argentina.net
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